viernes, 4 de julio de 2014

De las cosas que no quieres oír, pero que necesito decir.

Creo que esto va de puertas, 
de puertas que se abren y se cierran,
de umbrales que debemos decidir si cruzar.



Para hacerte volver debería escribir algo corto.

"Cielo"

Debería gritar. Repetir nuestro grito de guerra. Sentarme y mirar de nuevo el cielo.

Para hacerte volver daría mis razones a tus excusas
y dibujaria una sonrisa sobre cada cicatriz,
porque no hay mayor derrota que no ser capaz de empezar la guerra.
Por el final.
Que es, por donde siempre, duele más.

Que si contase las historias por el principio todos las entenderían y no sería capaz de diferenciar a quien me quiere de quien me soporta.

Yo nunca empiezo nada.
Para no tener que verlo marchar
o terminar
o desvanecerse,
para que no me cueste trabajo imaginar si saldrá bien o mal.

Yo no siento nada.
No te siento nada.


Para hacerte volver debería,
primero,
querer que vuelvas.
Debería querer perdonarte.
Necesitarte.

Pero no es cierto,
te haría emprender un viaje del que yo,
no me haría responsable;
en el que yo no sería destino.

La última vez que te vi me marche dando un portazo,
quería dejar claro que hay puertas que jamás volverán a abrirse.

Fijate,
ahora he echado el cerrojo;
para que el próximo que venga,
tenga primero,
que llamar al timbre.

No sea que me pille desprevenida
Y me caiga por la ventana.

Pensé que te lo había dicho,
he abierto todas las ventanas,
de par en par
para que salgas de mi vida
Volando.

Cielo.

Al final las historias comienzan y terminan mirando al mismo sitio.

- Mirando cada uno a su propia dirección -

Me han hablado de un lugar donde el frío
es el único que se atreve a helarnos los huesos,
y yo he prometido devolver el calor a esta primavera.

Me han dicho que ser isla
lleva aparejado al menos un náufrago
y me han devuelto la vida.

Me prometo mirar el cielo y sonreír.
Me prometo reír.
Me prometo.

Me prometo luchar por un buen fin
me prometo llegar al fin.

Y me prometo por y sobre todo
saber seguir siempre conmigo.

Por que no se en que momento comencé a creerme,
pero, 
creedme, es maravilloso.


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